Cada vez disponemos de más estudios para evaluar el bienestar fetal. Pero también han aumentado las condiciones que alteran este bienestar, en especial madres de edades avanzadas o con enfermedades crónicas. Simplemente conociendo la edad podemos hacer un cálculo del riesgo de presentar anomalías congénitas, el cuál puede precisarse con algunos exámenes de laboratorio y con estudios con ultrasonido o sonogramas.

Con frecuencia es difícil saber exactamente qué es lo que provocó el aborto, sin embargo la mayor parte de éstos se presentan como resultado de anomalías que ocurren durante el proceso de fertilización. El proceso de conjugación del material genético cuando óvulos y espermatozoides se juntan es muy complejo.

No hay duda de que entre un parto normal y una césarea, es preferible el primero. Además de ser más natural, puede realizarse sin anestesia en aquellas embarazadas con preparación psicoprofaláctica, no deja cicatriz visible, no limita el número de partos posteriores y la recuperación es más rápida. Sin embargo, entre un parto difícil y una cesárea, es preferible la segunda.

Es un tipo de embarazo en el cual el óvulo fecundado se implanta y comienza a crecer fuera del útero, típicamente en una de las trompas de Falopio. Esto significa que el embarazo no se encuentra en la cavidad uterina donde debería desarrollarse normalmente. En ocasiones, el óvulo puede implantarse en el ovario, en el cuello uterino o incluso en el abdomen.